Quizá has oído hablar del cemento pulido pero no sepas bien en qué consiste este material y cuáles son sus principales características. A continuación, te acercamos los detalles que debes conocer al respecto, así como las principales ventajas que ofrece este acabado y el cuidado que puede requerir.
Pues bien, al hablar de cemento pulido hacemos referencia al hormigón pulido, que no es otra cosa que un acabado que se emplea con fines decorativos, por lo que no es un tipo de revestimiento en sí. Se trata de un material que se emplea, sobre todo, en espacios exteriores, siendo sus usos más destacados en parkings, centros comerciales, deportivos y, en ocasiones, aunque con bastante menos frecuencia también en interiores.
Así pues, el cemento pulido es el resultado que se obtiene tras espolvorear un mortero cementoso con otros materiales áridos y pulir la superficie para sacar su brillo, ayudándose de una pulidora rotativa, dando lugar a la aplicación de la técnica que se conoce como fratasado.
Por lo general, es un tipo de acabado que se suele asociar a tonalidades como el gris pero lo cierto es que la gama de opciones es mucho más amplia. Pudiendo también aplicarse con tonos como el negro, rojo, verde, entre otros. Por ello, su uso no implica renunciar al color necesariamente.
El cemento pulido es un acabado que ofrece una serie de ventajas evidentes. Como decimos, es una técnica que está destinada a recubrir superficies en las que, ante todo, se prima la funcionalidad más que la estética. Es un material que destaca por ofrecer ventajas tan destacadas como el hecho de contar con una gran durabilidad y resistencia.
Todo ello hace que sea un material perfecto para emplearse en superficies industriales que deben soportar tanto un alto tránsito como el rodamiento de peso, de ahí que sea un material bastante empleado en zonas de carga y descarga, puesto que no se rompe ni quiebra.
Además son muy resistentes frente a la acción propia de la rodadura de neumáticos, de ahí que sea bastante habitual ver su aplicación en zonas como los aparcamientos.
Por otro lado, también cabe destacar que suelen tener un acabado con una superficie lisa y brillante, todo esto lo que hace es evitar la acumulación de polvo y suciedad, al tiempo que ofrece una sensación de amplitud del espacio mayor sobre las zonas en las que se empela esta técnica.
El cemento pulido cuenta con un mantenimiento sumamente sencillo de realizar. Bastará con hacer una limpieza periódica con productos tan básicos como el jabón y el agua, evitando siempre que sea posible aplicar productos químicos o con componentes abrasivos que sí pueden resultar dañinos sobre la superficie y, en definitiva, pueden hacer que pierda brillo la zona sobre la que lo apliques de manera regular.
Del mismo modo, también hay que evitar los productos que contengan aceite. Esto es así porque, de lo contrario, se formará una película en la superficie del pavimento que atraerá a la suciedad de un modo mucho más rápido.
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